Una situación se está volviendo constante cuando Alejandra Díaz pasa por su hija Isidora (16) a la escuela: «Me cuenta que las amigas se duermen en clase porque se quedaron hasta las tres de la mañana chateando por el grupo de WhatsApp. Cosas como esta son un tema en el colegio, porque los padres y los profesores también lo comentan». Ante la situación, Díaz cuenta que ha optado por pedirle a Isidora que apague el celular después de las diez de la noche y así tratar de que descanse lo suficiente.
La situación es consistente con los estudios: los adolescentes están durmiendo menos y su salud se estaría viendo afectada. Una investigación realizada recientemente por la Universidad Estatal de San Diego alertaba que cerca del 40% de los jóvenes estadounidenses duerme menos de siete horas por noche.
Los casos van al alza, dice la neuróloga Evelyn Benavides, académica de la Universidad de los Andes de Chile. «Esto está aumentando hace más de diez años. Lo que uno ve es que muchos creen que dormir es una pérdida de tiempo, solo descansan cuatro o cinco horas y creen que no les afecta».
El problema es que la ciencia dice todo lo contrario. Una investigación de la Universidad de Pittsburgh, publicada el jueves pasado, encontró conexiones entre dormir poco y el estado de ánimo: después de una noche de restringir el sueño a 35 jóvenes de entre 11y 15 años, estos presentaron síntomas de depresión. Al someterlos a escáneres cerebrales, los científicos vieron que dormir poco les afectó el putamen, un área del cerebro que controla el sistema de recompensa. Según indicaron los autores, esto se condice con una gran cantidad de estudios anteriores, los cuales demuestran que la depresión se caracteriza por una menor actividad en el sistema de recompensa.
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