10 Setiembre

Alfonsina Storni fue una poetisa y escritora argentina. Sus composiciones reflejan las enfermedades que padeció durante gran parte de su vida (depresión, paranoia y ataques de nervios) y muestran la espera del punto final de su existencia, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.

Se relacionó con el poeta uruguayo Horacio Quiroga con quien, luego de finalizar su relación con ella, contrajo matrimonio; Horacio se suicida diez años más tarde. Alfonsina realmente lo apreciaba y dedicó un poema a su difunto amigo:

“Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…
Allá dirán.
Más pudre el miedo,
Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán”

Alfonsina consideraba que el suicidio era una elección concedida por el libre albedrío, y así lo había expresado en este poema. Fue diagnosticada con cáncer de mama, del cual fue operada. A pedido de un medio periodístico se realizó un estudio de quirología, (lectura de la mano) cuyo diagnóstico no fue favorable. Esto la deprimió, provocándole un cambio radical en su carácter y llevándola a descartar los tratamientos médicos para combatirla.

Antes de partir escribió su último poema y lo envió al diario La Nación:

“Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Ponme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito.   Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases  para que te olvides… Gracias. Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido…”

Finalmente la poeta se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres.
Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar; algunas de esas versiones sirvieron para componer la canción «Alfonsina y el mar», basada enteramente en como se suicidó Alfonsina.

La Canción

Alfonsina y el mar es una zamba compuesta por los argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, publicada por primera vez en el disco de Mercedes Sosa. La canción es un homenaje a la poetisa, donde se incluyen extractos de su ultimo poema.

Alfonsina y el mar

Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más.
Un sendero solo de pena y silencio
llegó hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas
llegó hasta la espuma.

Sabe Dios qué angustia
te acompañó qué dolores viejos
calló tu voz,
para recostarte arrullada
en el canto de las caracolas marinas.
La canción que canta
en el fondo oscuro del mar,
la caracola.

Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.

Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos
harán una ronda a tu lado;
y los habitantes del agua
van a jugar pronto a tu lado.

Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza,
en paz y si llama él no le digas que estoy,
dile que Alfonsina no vuelve más,
y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.

Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.

Letra

Mientras que Alfonsina se arroja de la escollera, la canción habla de que se internó lentamente en el mar. Esta conexión ha originado un rumor muy extendido pero erróneo, según el cual la letra de la canción fue originalmente la carta de suicidio de la poetisa, musicalizada más tarde por los autores de la zamba.

Aunque Ariel Ramírez no conoció directamente a la poetisa, ésta fue alumna del padre de Ariel, Zenón Ramírez, que trasmitió a su hijo el drama de Storni. Impresionado por estos recuerdos y por las poesías de Storni, que le trajo Luna, Ramírez compuso la música y Luna aportó después la letra.

Cuando a Félix Luna se le pregunta qué lo llevó a escribir la zamba que musicalizó Ariel Ramírez y que inmortalizó la figura romántica de la poetisa suicida, responde «me inspiró esa mujer: esa mujer solitaria, tan valiente, que se animó a tener un hijo cuyo padre no se sabía quién era, que para esa época era realmente un escándalo… Por eso no quise darle un tono trágico, sino algo alegre, donde el  mar la recibe con alegría». La canción ha sido versionada por múltiples artistas de diferentes tallas y ha pasado a ser un clásico en la cultura popular.

Reflexión

En esta canción el autor personifica al mar, exponiendo una relación entre Alfonsina y el mismo. El mar la recibe, aparece como una figura contenedora, y hasta con un vis de esperanza, ella se interna en la espuma, a buscar nuevos poemas…. No se nombra directamente el suicidio, pero se deja ver el camino que siguió Alfonsina, ese camino de soledad y pena, hundiéndose en el mar.

De esta manera lírica y poética, rebuscada y hasta “accesible”, es, como el tema del suicidio se va introduciendo inadvertidamente en el arte y en nuestra sociedad.

Una canción muy popular , una melodía contagiosa, que es aceptada y escuchada por todos. Muy triste si se profundiza en la letra y, dramática si se analiza el hecho detrás, el cual muchas veces puede pasar desapercibido. En el suicido no hay esperanza, no hay vuelta atrás, no hay nuevos poemas.

El suicidio, fue la solución que encontró Alfonsina para su dolor. Dio señales de su decisión, la hizo pública en su último poema…nadie pudo ver esas señales. Tal vez no lo pudo hablar con nadie. Horacio, su amigo, había transitado el mismo camino. Tal vez si ella hubiera encontrado a alguien con quien hablar de su “pena y silencio”, otra hubiera sido su historia. Pero no halló una contención, un oído. Alfonsina tal vez no halló quien la escuchara, pero hoy hay varias posibilidades de centros de apoyo. Como decía Chad Varah: «Si hay alguien que escucha, no hay suicidio».


Documento publicado por GASS

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